Sweet summer
Jajajajajaja!
Acabo de trobar un escrit que vaig fer fa uns anys, cap a final de curs, quan feia 1r de Batxillerat (qué tiempos, aquellos!) per a l'assignatura de castellà que havia de parlar sobre l'estiu. M'ha fet molta gràcia, perquè el tenia totalment oblidat, i en el seu dia el vaig reenviar en un email a tothom. Trobo que és força adient per a aquestes dates, i molta gent s'hi sentirà identificada, segur... A més, ja fa bastants dies que no actualitzem el blog, i com que estic una mica aborrida perque a la única amiga que he aconseguit trobar per fer algo (no diré nom), prefereix quedar-se veient "Yo soy Bea"... doncs re, tu. Us adjunto el document.
Salut!
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Dirigido a los estudiantes que, al igual que una servidora, trabajan en verano
Se acaba el curso lectivo. Llegan las recuperaciones de exámenes y las entregas de trabajos a última hora. Pronto, algunos estudiantes, los más afortunados, estarán de vacaciones, pero muchos estaremos trabajando todo el verano en un trabajo basura, con un sueldo basura y con un horario igual de basura que a duras penas nos permitirá disfrutar de nuestros amigos, familia y novios o novias.
Luego, en una semanita de fiesta que consigamos arrancar a nuestro jefe para poder asomar un poco la cabeza para ver qué es exactamente esto el verano, a parte del calor insoportable, habrá un par de días en los que será el cumpleaños de algún familiar, y nos iremos a hacer una calçotada a la montaña, o a comer pan con tomate y migas en la terraza del susodicho familiar, con los primos pequeños corriendo y gritando a tu alrededor, y con las tías y tíos perguntándote constantemente sobre los estudios, el trabajo y la vida amorosa, cosas que rara vez funcionan bien a la vez.
El resto de días no laborables que hayamos conseguido, la mitad los aprovecharemos para hacer visitas al dentista y otros profesionales de la medicina, y a resolver asuntillos burocrátios que solamente pueden resolverse por la mañana, porque los funcionarios solo tienen horario de mañana (y sus dos meses de vacaciones y cuatro pagas extras al año…) y estaremos en la cola del banco esperando nuestro turno, sentados (si es que conseguimos sentarnos sin que una señora mayor nos pegue el sermón de que ella lo necesita más que nosotros) en un fantástico sofá de piel que hará que se nos pegue el cuerpo a él a causa del sudor, haciendo un sonido espantoso.
La otra mitad de los días, que en un principio se presentarán como una salvación, intentaremos localizar a nuestros amigos, cosa que no conseguiremos hasta el día antes de volver a nuestro trabajo basura, ya que ellos no tienen en estos momentos “esa” semanita de vacaciones, y están sumidos en su trabajo basura, o por otra parte, están en aquella fiesta de cumpleaños, o sentado en quél sofá de piel, mientras espera su turno en el banco.
Luego, al volver a empezar el curso, diremos “otra vez vuelta a empezar, vaya palo”. Y algún adulto de mediana edad nos dirá “¡Pero si has tenido tres meses de vacaciones!”. Y nosotros, frenando un violento impulso, sonreiremos, y diremos “no, si yo he trabajado, este verano”. Y él o ella nos dirá “Trabajar? Ha! Antes sí que trabajábamos, no como ahora!”. Y haremos un esfuerzo aún más grande para frenar el aún más grande impulso violento, y sonrientes diremos “ya…”
Felices vacaciones, amigos.
Se acaba el curso lectivo. Llegan las recuperaciones de exámenes y las entregas de trabajos a última hora. Pronto, algunos estudiantes, los más afortunados, estarán de vacaciones, pero muchos estaremos trabajando todo el verano en un trabajo basura, con un sueldo basura y con un horario igual de basura que a duras penas nos permitirá disfrutar de nuestros amigos, familia y novios o novias.
Luego, en una semanita de fiesta que consigamos arrancar a nuestro jefe para poder asomar un poco la cabeza para ver qué es exactamente esto el verano, a parte del calor insoportable, habrá un par de días en los que será el cumpleaños de algún familiar, y nos iremos a hacer una calçotada a la montaña, o a comer pan con tomate y migas en la terraza del susodicho familiar, con los primos pequeños corriendo y gritando a tu alrededor, y con las tías y tíos perguntándote constantemente sobre los estudios, el trabajo y la vida amorosa, cosas que rara vez funcionan bien a la vez.
El resto de días no laborables que hayamos conseguido, la mitad los aprovecharemos para hacer visitas al dentista y otros profesionales de la medicina, y a resolver asuntillos burocrátios que solamente pueden resolverse por la mañana, porque los funcionarios solo tienen horario de mañana (y sus dos meses de vacaciones y cuatro pagas extras al año…) y estaremos en la cola del banco esperando nuestro turno, sentados (si es que conseguimos sentarnos sin que una señora mayor nos pegue el sermón de que ella lo necesita más que nosotros) en un fantástico sofá de piel que hará que se nos pegue el cuerpo a él a causa del sudor, haciendo un sonido espantoso.
La otra mitad de los días, que en un principio se presentarán como una salvación, intentaremos localizar a nuestros amigos, cosa que no conseguiremos hasta el día antes de volver a nuestro trabajo basura, ya que ellos no tienen en estos momentos “esa” semanita de vacaciones, y están sumidos en su trabajo basura, o por otra parte, están en aquella fiesta de cumpleaños, o sentado en quél sofá de piel, mientras espera su turno en el banco.
Luego, al volver a empezar el curso, diremos “otra vez vuelta a empezar, vaya palo”. Y algún adulto de mediana edad nos dirá “¡Pero si has tenido tres meses de vacaciones!”. Y nosotros, frenando un violento impulso, sonreiremos, y diremos “no, si yo he trabajado, este verano”. Y él o ella nos dirá “Trabajar? Ha! Antes sí que trabajábamos, no como ahora!”. Y haremos un esfuerzo aún más grande para frenar el aún más grande impulso violento, y sonrientes diremos “ya…”
Felices vacaciones, amigos.